Bataille hace una reseña del libro de Huizinga sobre el homo luddens y reconstruye el sentido del juego como necesidad vital, como camino hacia la muerte y opuesto al hombre que trabaja por miedo a ella. Bataille hace más que eso; llama a que aceptemos el humor como tragedia, lo tétrico, lo horroroso, lo más reprochable es aquello que más no moviliza. De ahí que alabe la obra de Sade.
Porque el marqués pone en palabras, dice lo que se atraviesa como experiencia vital y no ahorra en descripciones. Pero esas descripciones son voluptuosas, jugosas y profundas. Asumen que para gozar hay que destruir, que la misma potencia creadora de los seres humanos es la que los aparta de su animalidad y los destruye.
Para Bataille el humor sólo es posible si tomamos a la vida como juego y aceptamos la “muerte en ella”. La muerte de la animalidad que es nuestro conocimiento (Bataille sigue a Hegel en esto) es algo tan horroroso y criminal en sí, que el juego sólo vale la pena si nos reímos de la muerte. O al menos, no le tememos. El humor, tiene que ser necesariamente cruel, horroroso. Porque muestra conjuntamente la risa como placer voluptuosa que surge de la miseria humana. En tal caso, nos reimos de miseria humana
Y Maitena hace justamente eso con sus mujeres alteradas. Retrata cruelmente a hombres y mujeres, y las miradas de unos sobre otros de modo horroroso. Es cruel porque demuestra un profundo conocimiento de las diferencias en el mundo de la vida cotidiana. Si Sade describe la voluptuosidad de forma frontal y acabada, Maitena retrata el prejuicio basado en la observación perspicaz. Puede parecer una contradicción, pero no menos que la necesidad de reírnos cruelmente de los demás.
¿Y de nosotros? Maitena parece hablarle de nosotros a las mujeres. Busca esa conexión. O quizás está siendo irónica. Es cruel ser una mujer de Maitena, pero también es cruel ser víctima de las mujeres de Maitena. Y allí Bataille y Maitena se cruzan. Se tocan , afirman la necesidad de jugarse pleno en la vida. Ser mujer de Maitena es aceptar la negación de la separación animal de macho y hembra. Y reemplazarla por categorías del conocimiento que nos conducen necesariamente a la sublimación del instante.
¿Debemos dejar que las categorías nos limiten? Entonces entronicémoslas como actividad científica. Pero si nos reímos de ellas, es porque las creemos verdaderas. Creemos el simulacro de la categoría científica de humor como algo “no verídico”, falto de seriedad. A fin de cuentas, Maitena no dice nada falso, sino que se supone que nos divierte en como dice las cosas verdaderas.
Pienso lo contrario, pienso que Bataille tiene razón. Y que la verdadera intención de Maitena es ser cruel. Porque el chiste no está en sus historietas, no está en sus dibujos. Ni en sus mujeres alteradas por no ser flacas, porque tienen marido y/o celulitis. El chiste está en nuestra negación a ver la vida como juego, en ser homo luddens y reírnos de la muerte . Es un chiste muy gracioso. Porque es tremendamente cruel.
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